La joya del noroeste, la provincia fronteriza de Montecristi presenta un paisaje salvaje y cautivador, ideal para aventuras fuera lo común. Plantaciones de arroz y plátano, cabras y cactus gigantes se encuentran a lo largo de la carretera que te lleva hasta estanques de sal y acantilados de piedra caliza que abrazan el océano atlántico y sus olas.
Alrededor de este escenario parte desierto y parte similar al mediterráneo, túneles de manglares te llevan hasta frescas lagunas, mientras que cayos mar adentro se llenan de aves migratorias y ofrecen playas de arena blanca aisladas.
Los atardeceres adornan el pequeño pero hermoso malecón de este pueblo al igual que sus playas, con múltiples hoteles y restaurantes que rodean el área, y que preparan la especialidad de esta zona, el chivo (cabra) picante. Desde tu mesa frente al mar y desde cualquier punto del pueblo podrás ver El Morro, la icónica meseta que reina sobre Montecristi y a sus pies se encuentra una espectacular playa. Aquellos que se aventuran fuera de la arena y hacia el Océano Atlántico podrán practicar kitesurf o ir bajo el mar para explorar la barrera de coral que corre en paralelo a El Morro y se extiende hasta Punta Rucia. Es el arrecife más grande y saludable de República Dominicana. A la distancia y a lo largo de la bahía de Montecristi se encuentra una de las mejores zonas de snorkel y buceo del país, Cayo Siete Hermanos, una serie de siete cayos que también son áreas de anidación de piqueros pardos y otras aves migratorias.
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